La mayor parte de los especialistas en la materia indican que la historia del grabado moderno en Occidente tiene su referente inicial en las manifestaciones gráficas de Francisco de Goya.
Goya utilizó la imagen impresa, sus famosas series de estampas —«Caprichos», «Desastres de la guerra», «Tauromaquia» y «Disparates»— como vehículo de expresión de su mundo interior, de sus inquietudes y dudas acerca de la sociedad en la que vivió. En ellas, su pensamiento ilustrado se interroga sobre el ser humano y su devenir histórico. Es precisamente el ser humano su único protagonista. El artista insiste en un número determinado de personajes dotados de trazos esenciales y calidades interiores que se reflejan en sus rostros como en un espejo.
323 páginas, ilustraciones, fotografías en color, 28 x 21 cm